En 1980 ninguna farmacia tenía pantallas digitales en su negocio. Ni robots. Ni softwares de gestión integral. De hecho, ni siquiera tenían ordenadores. Y sin embargo funcionaban perfectamente y eran altamente rentables. ¿Cómo es posible?
La respuesta es sencilla: no lo necesitaban, porque el mundo en el que se desenvolvían era completamente diferente y sin un ápice de tecnología, salvo una caja registradora y una calculadora de bolsillo, estaban perfectamente adaptadas al ritmo de trabajo que el mercado de entonces exigía para ser competitivas.
Si a un farmacéutico de los ochenta le hubiéramos dicho que para ser competitivo necesitaba un ordenador por puesto y un software de gestión, le habría parecido impensable. Sin embargo, cuatro décadas después, lo que entonces era impensable ahora es imprescindible, y nadie concebiría abrir una farmacia sin ello.
¿Qué ha cambiado en las farmacias desde entonces? El negocio sigue siendo el mismo, pero los que hemos cambiado hemos sido nosotros, nuestro mundo, nuestra sociedad, y con ello los hábitos de compra de los clientes, que han acabado aumentando las exigencias para que un negocio sea competitivo en el mercado. Una vez asumido que todas las farmacias necesitan un ordenador por puesto y un software de gestión, e incluso habiendo comentado en anteriores artículos la necesidad creciente de la robotización, el siguiente desafío tecnológico es la digitalización.
Las pantallas digitales táctiles llevan muchos años funcionando en diversos negocios, pero hasta hace poco tenían muy poca penetración en el mercado y apenas se veían en las farmacias. Sin embargo, hoy día su demanda se ha disparado exponencialmente y cada vez es más habitual verlas en funcionamiento.
La pandemia y, sobre todo, el confinamiento de 2020, transformaron los hábitos de compra de los clientes, disparando las compras online y habituando a usuarios de todas las edades a comprar interactuando con una pantalla, hábitos que, una vez terminado el confinamiento, han llegado para quedarse y se han incorporado a nuestras vidas con más fuerza que nunca.
La misma sociedad que antes no estaba preparada para acoger las pantallas táctiles como un elemento habitual en las farmacias, ahora lo demanda como un elemento más dentro del equipamiento de las mismas y en los próximos años se convertirán en una necesidad.
¿Y qué ventajas nos aporta una pantalla táctil, tanto de cara a nuestros clientes como de cara a nuestro negocio?
Al igual que en la robotización, los elementos clave son tres: control del stock, reducción de espacio de almacenamiento y ahorro de tiempo.
Por un lado, las estanterías virtuales nos permiten tener un control más visual del stock y de sus categorías, nos ofrecen mejor acceso a la información de cada producto pulsando simplemente sobre él (prospecto, argumentario, contraindicaciones, venta cruzada…) y nos permiten tener menos stock físico expuesto al público, reduciendo así pérdidas y sustracciones.
Por otro lado, esas estanterías virtuales nos permiten exponer en apenas un metro cuadrado de pared el mismo stock que físicamente ocuparía docenas y docenas de metros lineales de estantes, multiplicando así la capacidad de exposición del espacio de nuestra farmacia.
Además, las pantallas se pueden utilizar como expositores virtuales que sirvan de soporte para enseñar gran parte del catálogo a los pacientes, con acceso a toda la información de los productos, sin necesidad de moverse con ellos por toda la farmacia, de modo que nuestro personal puede realizar una venta mucho más ágil y completa, ayudando a mejorar su consejo farmacéutico y la calidad de la información al paciente, al mismo tiempo que reducimos el tiempo necesario para ello en cada operación, reduciendo los tiempos de espera.
Si además instalamos pantallas táctiles en la zona pública, con opción de autoservicio, los pacientes podrán interactuar directamente con nuestra exposición virtual y dedicarle más tiempo, comparar productos más fácilmente y obtener toda la información que deseen sin necesidad de tener ocupado a nuestro personal en esa tarea, que mientras tanto puede seguir atendiendo al resto de los pacientes en los mostradores. Una vez hayan hecho sus elecciones, podrán consultar con nuestro personal para recibir el consejo farmacéutico final sobre los productos seleccionados, e incluso podrán imprimir un ticket con su carrito y llevarlo a los mostradores, donde tras el último consejo farmacéutico finalizarán su venta.
En resumen, las pantallas táctiles pueden ayudarnos a mejorar la calidad de nuestro servicio, exponer más en menos espacio y aumentar nuestras ventas. Y cuanto antes optemos por incorporarlas en nuestro negocio, antes utilizaremos la tecnología a nuestro favor para revolucionar nuestra farmacia.
Borja López
Asesor Técnico & Digital Manager
Arquitecto Técnico e Ingeniero de la Edificación